jueves, 28 de enero de 2016

) INTERMEDIOS MUSICALES: "Hi-Lili, Hi-Lo" (

También de cine, dos versiones del precioso cover de 1952 compuesto por Bronislau Kaper con letra de Helen Deutsch: si la suerte me viene empujando a sopesar lo recorrido, también me devuelve el calor de los recuerdos que esta canción me trae.

1. Elijo la de B. Evans porque, básicamente, soñaba -y aún lo hago- con conseguir balbucear el lenguaje que él domina:


2. Y la de Rickie. Porque aunque, oyéndola, angustia no poder acercarle un kleenex, para que se suene, la suya es la versión cantada menos cursi y más sentida que he encontrado en youtube:



The song of love is a sad song
Hi-Lili, Hi-Lili, Hi-Lo
The song of love is a song of woe
don't ask me how i know

The song of love is a sad song
for i have loved and it's so
I wake up each morning
and watch the rain 
Hi-Lili, Hi-Lili, Hi-Lo 
Tomorrow i will probably love again 
Hi-Lili, Hi-Lili, Hi-Lo

viernes, 22 de enero de 2016

Steve Jobs (2015) Danny Boyle


Aunque la música es perfecta -especialmente los pasajes de percusión del inicio-, y quizá porque para ser de D. Boyle, apenas hay acción ni exteriores, sólo actores interpretando palabras que se suponen dan cuenta de momentos importantes en la vida de un hombre (no soy quién para juzgar si hay verdad o no en el retrato, pero Fassbender y Winslet sin duda encarnan), a casi todo el mundo la película le parece un coñazo.

Yo, sin embargo, he disfrutado las dos horas de metraje sin forzar la sonrisa inevitable del que repasa un álbum familiar, porque el periodo de tiempo que abarca la narración discurrió paralelo a años también decisivos en la orientación de mi vida y mi trabajo.

En 1984 -la presentación del primer Mac- yo aún andaba estudiando en la universidad alquimias manuales, técnicas antiguas de reproducción, historia del arte y teoría, gajos superficiales de filosofía con nombre de estéticas, y leía en revistas ecos de las nuevas herramientas como quien lee ciencia ficción. Sólo cinco o seis años más tarde y ya acabada la carrera, en un Macintosh Plus igual y con el mismo MacPaint que la hija de Jobs, dibujé por primera vez en un ordenador y descubrí el juguete de mi vida (rabia me da no poder abrir ya los diskettes que conservo con aquellos dibujos). Y empecé aprendiendo en los prestados y después comprándolos  de segunda mano hasta que puede ahorrar para el primer Mac nuevo (cualquier niño de 15 años maneja hoy dispositivos baratos que a nosotros nos costaron fortunas). El que no ha usado nunca más que un PC no sabe de qué habla cuando no atribuye a Apple más mérito que el diseño y a los usuarios la categoría de snobs caprichosos y sobrados de dinero: aunque siempre habrá imbéciles que para desplazarse por su pueblo compran Ferraris que ni siquiera saben conducir, los ordenadores Apple, más que máquinas más o menos bonitas, son auténticos tractores -con motor de mil caballos- que compramos los que usamos el ordenador como herramienta de trabajo -sobre todo en el campo de la imagen-, porque su sistema operativo es estable, sencillo, rápido y potente y nos daría igual si viniera envuelto en papel de estraza: los compramos para usarlos.

Y a sacarles rendimiento aprendí por mi cuenta -como aprendimos todos entonces- como se aprenden las cosas: ensayando, equivocándome, buscando manuales, leyendo durante meses; aprendiendo a hacer lo que necesitaba sin tener que pedir ayuda a nadie: sin tener que esperar (quizá porque nunca me gustó hacerlo; o porque en mi cerebro se articulan impaciencia, curiosidad por cualquier "mecánica" y obstinación a partes iguales: el caso es que aprender me divierte). Por el camino, aquellas horas invertidas empezaron a pagar las facturas que no conseguían liquidar mis cuadros. Por el camino, el mercado del Arte se volvió definitivamente imbécil y despejó todas mis dudas.

Desde entonces, los ordenadores me han permitido vivir de mi trabajo (y, en mi ámbito, he ejercido todos los susceptibles de sacarle dinero a la máquina: diseño, al principio, las primeras páginas web, el html, el css, motion graphics, interactivos, animación en 2D y en 3D; y también su docencia). Mis conocimientos también me han servido para ayudar a los demás (no tengo ni un solo amigo que no haya requerido de alguna de las habilidades que aprendí), aunque a menudo me pregunto por qué no soy rica, si tan necesarios son el tipo de servicios que, sobra decir, yo presto con gusto y gratis a quien quiero. Finalmente, esa tecnología me ha permitido además cumplir -casi- todos mis sueños de niña. Sueños seguramente modestos para la mayoría, pero no para una que no soñaba con ser princesa Disney sino con ser Walt, y hacer sus dibujos animados, y escribir el cuento, y componer la música; que no soñaba con traer hijos a este mundo, sino con tener el tiempo suficiente para poder conocerlo, y aprender a inventarlo.

Hoy día se enseña en las escuelas -yo misma lo he hecho- lo que yo aprendí completamente sola, invirtiendo 30 años. Mis logros son muy pequeños, necesitaría otra vida para seguir aprendiendo y empezar a utilizar en serio las armas que ahora conozco; manejo todas las técnicas aunque sólo unas cuantas con verdadera soltura: ser "aprendiz de todo y maestro de nada" es el precio que he pagado por mi heterogénea curiosidad. Sin embargo, la película me ha hecho mirar hacia atrás y recapitular el volumen de mis propios esfuerzos contracorriente, aparcando por una vez la modestia por irrelevante al caso, para atreverme a concluir -y argumentar cuanto fuera necesario- que muy pocos de mi quinta -y apenas ninguna mujer- se animaron y atrevieron a surfear esa ola que yo aún cabalgo en equilibrio y me trajo hasta donde me encuentro. Nadie podrá decir que no hurgué los engranajes del tiempo abrumador que me tocó vivir; ni que no me atreví a hacerlo sola.

Sigo aprendiendo a manejar nuevos programas de software y mi curiosidad sigue encontrando alimento, amigos en la red y trabajo (a menudo con gente muy joven que valora mi actividad y mi experiencia y que nunca me confunden con sus madres). Por lo visto, Jobs fue un canalla para su gente alrededor pero yo no puedo sino estarle agradecida a los que como él me proporcionaron las herramientas que me permiten vivir modestamente, pero siendo dueña de mis días, como siempre soñé que debía, y podía, vivir un ser humano libre: trabajando mayormente sin patrón, sin horario determinado por otros y en lo que le divierta, navegando por donde le lleve el instinto sin rumbo escrito por nadie. Sin futuro ni siquiera imprevisible.

Si no contamos nuestra propia historia, la contará el adversario.
ADENDA: Nada es perfecto: el precio que pago por vivir así es la soledad (no tengo economía ni casa estable, ni jardín, ni perrito que le ladre, ni hijos que ofrecerle a nadie).






https://www.youtube.com/watch?v=7jhdj0vKbYo



http://www.lanacion.com.ar/1841618-el-hacker-mezcla-de-artista-y-de-cientifico

https://ccrma.stanford.edu/~juanig/articles/artisthacker/artisthacker.html

https://en.wikipedia.org/wiki/Hacker_culture#Hack_value