viernes, 25 de diciembre de 2015

The Walk (2015) Robert Zemeckis

Supe de Philippe Petit hace 5 o 6 años y me impresionó tanto que compré sus tres libros publicados y pensé muy seriamente en escribirle para expresarle mi admiración y solicitar su permiso para realizar un corto de dibujos. Al poco tiempo se estrenó la excelente Man on the wire y me olvidé del tema, que no de Petit. Muchos lo consideran un simple excéntrico o un megalómano pirado. A mí, su proeza insólita sigue pareciéndome la única performance digna de inscribirse en la categoría de obra de arte. Una obra efímera e irrepetible que compromete la vida del artista en tiempo real, haiku materializado de una belleza literalmente etérea, pero al mismo tiempo terrorífica y resonante. Una obra sublime de irrefutable Verdad.

¿La película? Da bastante igual. Me encanta Joseph Gordon Levitt y oírle hablar en perfecto francés o en inglés con acento es una delicia, pero la primera hora es sólo un agradable pastel. Sin embargo, vale la pena llegar a las secuencias del "paseo": como esperaba, los efectos digitales consiguen producir la ilusión de hacer visible lo que ya me abrumaba en la simple teoría del relato escrito y las pocas fotografías que circulan de aquél día.

No creo que la vea en 3D porque sería insoportable para mi vértigo: ya me siento como Little Nemo, mi cama se mueve y me asomo a escenas a través de los dedos, como los niños. Intento comprender cómo funcionará un cerebro capaz de controlar de forma tan grandiosa cuerpo y mente, mente atlética dedicada a un propósito tan extremo como inútil. Pero sólo puedo declarar incapaz a mi propia razón, sentirme pequeña, rendirme a la evidencia y dejarme abrumar con la boca abierta de placer y terror.