viernes, 27 de marzo de 2015

Kwaidan (1964) Masaki Kobayashi

La dirección artística lo es: alguien disfrutó como un cochino imaginando esa puesta en escena teatral, pintando esos cielos imposibles, usando tan deliberada y pictóricamente el color (el contraste constante de complementarios, las pinceladas de rojo en un kimono o una sandía) y la luz (iluminando como un pintor tenebrista), encuadrando perfecto, conteniendo la música, esa hipnótica percusión japonesa, contando cuentos. Si el cine permite, entre otras cosas, re-crear mundos que no existen, recordarnos la experiencia del sueño, Kwaidan, sin tecnología ni efectos, lo consigue....¿Cómo es que me la he perdido tanto tiempo?

Pienso en lo bien que estaría disfrutarla en pantalla de cine y lo limitada que es mi percepción: como si estuviera juzgando cuadros por medio de los "cromos" de sus reproducciones en un libro de pintura, estoy viendo películas inmensas en la pantalla de dos palmos de un portátil... Sign of times.

[5]





domingo, 22 de marzo de 2015

Denis De Villeneuve

VISTAS:


- Maelstrom (2000)
- Polytechnique (2009)
- Incendies (2010)*
- Prisoners (2013)*
- Enemy (2013)

Todas excelentes, intensas, muy potentes, duras; y con una media que ronda el 4.

* ver Chan-wook Park

martes, 17 de marzo de 2015

La mujer del aviador (1981) Eric Rohmer VOSE

¡Y venga otra mujer repelente!

Para sus cosas, Anne tiene la sensibilidad de un desollado, y reclama respeto, atención y consuelo, sin embargo, le importa un pepino la sensibilidad de su entregado amante. Anne está enganchada a un hombre que no la ama y se queja de sus maltratos; sin embargo, a su vez, desprecia y maltrata a otro hombre, enganchado a ella, y que a su vez, conoce a otra que podría quererlo... Loop de dominó en cascada, escalera imposible de Penrose, eterno retorno de la pescadilla -cada vez menos fresca- de nuestra estupidez.

Me pasma cuánto sabe Rohmer de los diálogos inutiles y de las frases hueras de nuestra lamentable y dolorosa vida sentimental; cómo retrata cobardías y errores con la frescura y ligereza de la vida misma, que pasa por encima de nosotros, y de vez en cuando aplasta, sin inmutarse, hormigas drogadas de ego que se sueñan dioses.

[3.5]
Y qué bonita, de barrio y verdadera, retrata a la ciudad de Paris.