jueves, 6 de marzo de 2014

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"El blanco y negro es el color de las fotos y de las películas antiguas, el color de los fantasmas, el tiempo pasado, la memoria y la locura".
…Para compensar mis semanas de intensa experimentación de la congoja nórdica, para variar, creo que me merezco un premio: no sé… un Martini en una terraza al sol, una de gambas a la plancha, una siesta con besos, algo así mediterráneo, un poquito alegre, placentero y sobre todo, superficial.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Werckmeister harmóniák (2000) Béla Tarr

Ya le he cogido el rollo a Tarr y ya no me preocupo demasiado por la trama: todas son un poco surrealistas, pero siempre visualmente asombrosas. Y ese color (no sé si es por lo visto, pero vuelvo a disfrutar con el carbón y el dibujo) me hace pensar en lo que haría Goya con una cámara. Por otra parte, resulta imposible ilustrar con capturas de pantalla sensaciones tan físicas como, por ejemplo, la que se produce en el espectador obligado a experimentar el transcurso del tiempo contemplando una caminata en silencio que dura 20mn. Los occidentales estamos poco acostumbrados a contemplar nada que exceda el metraje de un anuncio de CocaCola.













xCOMPLETAR- Las noches de luna llena (1984) Eric Rohmer

Visualmente no me parece memorable -quizá precisamente por la sencillez y limpieza con que filma-, pero sí lo son sus suculentos diálogos, su afiladísimo y agridulce cuestionamiento de las costumbres, del ser social y urbanita en montañas de diálogos y palabras… ¡Pero qué deliciosas -como morder una fresa-, estimulantes y entretenidas todas sus pelis…!

lunes, 3 de marzo de 2014

Sátántangó (1994) Béla Tarr

Anti-épica del barrizal.

Por primera vez (pasada mi primera prueba con El caballo de Turín) entiendo que una película pueda durar más de hora y media y, con ese entrenamiento, aumentada mi "capacidad pulmonar", "despresurizados" los límites de mi paciencia, acometo el visionado de Sátántangó (poco a poco: no dispongo más que de algunos ratos esta semana) y lo disfruto y saboreo como si estuviera leyendo En busca del tiempo perdido o La montaña mágica (que son lecturas largas); anticipo su disfrute como si me esperara para comer un cocido, pesado pero suculento. Y me alegro de haber visto primero Nostalgia, porque lo que allí interpreto y valoro como un "origen" (imperfecto, en ciernes, experimental), en Tarr me resulta una lección aprendida y luego aplicada y ejecutada con un control y un dominio asombrosos, impecables. No sé si me explico: Tarr sería como Miguel Angel con el color de Goya (brutal, incontestable, varonil, monumental) o como Beckett; Tarkovsky es como Odilon Redon, o como Rimbaud (frágil, autocombustible, centelleante), ¿Sokurov una suma de ambos? (aún no sé a quién compararlo: me fascina el que más, pero seguramente porque es del que más he visto hasta ahora.)

Sátántangó huele, a humedad, a barro, a estiércol, a arboles mojados, a madera podrida, a cerrado, a óxido, a papel viejo, a abrigos acartonados, a grasa en el pelo, a alcohol, tabaco, a lana empapada, a frío opaco, a melancolía; cala hasta los huesos su humedad intolerable (no aparece ni una sola fuente de calor en toda la película: las estufas siempre están apagadas, la comida fría, sólo al final, una sopa humea caliente); te hace agotarte, ir y venir y andar durante horas bajo la lluvia como un zombi; te desespera la "desesperante pasividad" de sus personajes, su aburrimiento moral; pone al límite; abruma con su lirismo casi terrorífico (el episodio de la niña es turbador de principio a fin; también el final, con el doctor tapiando su ventana -las 2 que he visto de Tarr terminan terminando con la luz-); hipnotiza con la belleza rotundamente sencilla de todos sus planos y encuadres perfectos (no hay ni uno solo que no parezca absolutamente pensado, compuesto), la asombrosa intensidad de su no-color (preciosísimos grises).

Dos objeciones:

- realmente no entendí la trama final -por qué los dos policías transcribiendo un texto de Irimias-: sin duda la volveré a ver dentro de un tiempo, es difícil seguirla subtitulada.

- vuelvo a pensar El caballo de Turin y no sé si justifico la duración extrema de absolutamente TODOS los planos (sería un tema demasiado largo para discutirlo sola, ¿sería el colmo de Tarr hacer una película que cuente 24h y dure 24 h?).

En cualquier caso, cinematográficamente es arte incuestionable y de una belleza monumental. Y verla es como leer Germinal de Zola, o Los miserables de Victor Hugo, o el Capital de Marx: desesperan al límite, pero la experiencia de leerlos supone un grado.

Las imágenes se quedan cortas (guardé casi 200 frames): ¿cómo resumir tantas horas de metraje y una experiencia tan física?