jueves, 23 de enero de 2014

Les dames du bois de Boulogne (1945) Robert Bresson

He disfrutado bastante esa especie de Liaisons dangereuses y he comprendido que Bresson no dirige siempre igual a los actores (Maria Casares resulta intensa, bellísima e hipnótica como una bruja). Agradezco las lecciones de cine puro, desnudo: hay muchas formas de rodar un melodrama.















miércoles, 22 de enero de 2014

Au hasard Balthazar (1966) Robert Bresson

Mi padre tenía apenas 25 años cuando un verano, junto a unos amigos, compró un burro para que transportara la carga durante las semanas que había de durarles una excursión sin rumbo por los montes, entonces salvajes, de Teruel. El burro formaba parte de la banda y le pusieron nombre: Baldomero Biscuter. Una noche cerrada y sin luna, andaban bastante perdidos entre árboles y matojos buscando casi a tientas un claro donde acampar a esperar que el amanecer los orientara, cuando de repente, el burro se negó a avanzar un solo paso más. De nada sirvieron los tirones, jaleos o chantajes con comida: el burro había decidido clavarse a tierra, así que sus acompañantes, agotados, se tumbaron allí mismo a descansar y dormir unas horas. A la mañana siguiente, los primeros rayos iluminaron un despeñadero mortal a los pies de los hombres y el animal. Mi padre siempre contaba que un burro le salvó la vida. Y hay fotos de aquello.

Balthazar es increíblemente hermoso. Me encantan sus ojos tristes y dulces y dormiría abrazada a él. Memorables son la escena en el zoo, cuando los animales se miran y se reconocen, y su muerte bellísima entre el rebaño de borregos, arropado, abrazado a sus iguales. Me gustan mucho el uso de la música y los encuadres de Bresson porque también es muy austero pero, sinceramente, no comprendo qué pretende de los actores...

Valoro el despojamiento de recursos para ilustrar la fatalidad de las vidas, la condena moral de los personajes (todos insalvables, malvados, aunque no sean responsables del todo, aunque sea por azar) por oposición al "santo" Baltasar víctima también de las circunstancias. Es sólo que, formalmente, encuentro excesivo, hasta impostado, ese hieratismo de los actores -no creo que sea un defecto: que sólo se justifique porque no son actores profesionales- que tanto fuerza el director hasta que se comportan casi como autómatas. Entiendo la intención, pero no me convence el resultado formal: aunque lo entiendo expresionista y arriesgado, sin duda, moderno, me parece poco sutil con respecto a lo mucho que lo es la idea.

Supongo que hay que ver más películas de un director para entender su lenguaje. Aún tengo mucho que ver





domingo, 19 de enero de 2014

En un año con 13 lunas (1978) Rainer Werner Fassbinder

Me impacta ya la luz de la primera escena en la que apalizan a Erwin (qué gélidos y extraños me resultan siempre los amaneceres: ese arrancarse del sueño para echarse a la cruda realidad).

La puesta en escena es muy muy teatral, muy esteticista y sin embargo, la cámara es extraordinariamente límpida, quieta, recoge lugares y personajes dándoles a TODOS espacio, tiempo, aire alrededor. Visualmente espléndida, rotunda en su forma -como Elvira-.

Me desconcierta la ruptura constante, entre escenas muy trágicas seguidas de otras casi cómicas, de melodrama.

Teatrales los monólogos -intensos, muy líricos, como esas fechas de las lápidas que recogen el periodo breve en el que los propietarios tuvieron "un amigo de verdad". Extraordinario el de la monja entero: pura política la constatación de que "nadie arruina su vida: es el sistema", o la infancia de Erwin -que podría ser cualquiera- que "aprendió a manejar el sistema de mentiras-recompensa tan bien que acabó convirtiéndose en un niño triste". Registro de lo más frágil de los humanos ese conocer "la felicidad: no existen palabras para describir esa sensación: el temblor de un alma a punto de satisfacer una necesidad imperiosa" y su antítesis: "su dolor fue tan largo que su esperanza se prolongó más allá de lo razonable".

Y luego, una vez constatado "el mundo como juicio final", o renunciar, con un bisturí, como el suicida, no al sufrimiento sino a los placeres de la vida, no a la voluntad de vivir sino a la vida misma, a las condiciones en que se plantea para él, destruyendo la manifestación de su propia vida: "No quiero permitir que algunas cosas sigan siendo reales sólo porque yo las perciba: sentimientos, p ej, e imágenes, cartas recuerdos, piedras , arrojadas y olvidadas". O como Elvira, mucho más generosa, renunciando a la razón misma ("de tanto pensar, me vuelvo estúpida"), para entregarse desesperadamente a la razón del cuerpo, decidida a arder, a dar sin contar -como mujer o como hombre, ¿qué más da?-, antes que tolerar de nuevo que no haya más salida que acostumbrarse a la desolación.

Una película generosa en forma y contenido. La registro en la sección: Com-pasión de mi carne y la ajena… aunque si lo pienso bien… ¿acaso existe otra sección?