viernes, 13 de marzo de 2015

Elegía de Moscú (1987) Alexandr Sokurov


"[...] influir al público a través de una especie de iluminación ética al entrar en contacto con ciertas situaciones dadas, con el universo...de los escritores y artistas. Esto tiene un impacto tan grande sobre el alma humana que cambia, y el que ha visto o leído una obra de arte, ya no puede ser el mismo que antes."

"Aun así, lo principal que les diría a los jóvenes realizadores, es aprender a no separar su obra, sus películas, o el cine en general, de la vida tal como es. Uno debería tratar de evitar las brechas, entre la obra de uno, sus propias películas, y sus actos personales. Esto es así porque un realizador es como un poeta, o un músico, y se requiere de él un sacrificio total.


"Resultaría extraño ver a un realizador... considerar a su obra como un don o el destino, seguir un cierto modo de vida, y hacer sus películas de otro modo distinto. Quisiera decirle a todos los jóvenes realizadores que sean moralmente responsables de los actos que intentan transferir a la pantalla....Deberían acostumbrarse a la idea de que el cine es muy serio, muy difícil. Implica grandes sacrificios. Es el cine el que te usa, no al revés.`Uno es quien debe aprender a servir al cine, no ser su victima."


 (...)
Bueno... Yo cabo de acordarme de Flaubert, que hacía una recomendación bien distinta: "Sé regular y ordenado en tu vida como un burgués, así podrás ser violento y original en tu trabajo." "Después de todo, el trabajo es el mejor medio de escamotearnos a la vida."

Insiste Tarkovski en que "después de todo, la felicidad no lo es todo en la vida"... Y no puedo evitar pensar que sólo puede decir algo así quien es medianamente feliz. O quien se resignó a no serlo... La pureza ética o la intensidad del arte, nacen unicamente de la melancolía de la conciencia hipertrofiada, de su tendencia al aislamiento, como forma de habitar la soledad, cura e instinto de supervivencia: no hay nada heróico en esquivar el suicidio; no disfrutar de la vida como el resto no implica desear la muerte. El arte nace de una incapacidad o de un exceso y cumple su función sedante, como otra droga, otro licor para olvidar. El que es feliz no necesita hacer ningún "sacrificio".

Al contrario queTarkovsky: yo nunca le aconsejaría a nadie que hiciera del arte el centro de su vida. Ni que renunciara a nada a cambio.

[NOTA: 4]