jueves, 16 de abril de 2015

Nazarín (1959) Luis Buñuel

 Subir casi 40 imágenes fijas de una obra en movimiento parece un desguace absurdo. Pero éste es el mío. Pretendo conservar a mano y fresco el recuerdo de unas cuantas escenas y planos:

- la coreografía extrema de la actuación de las 3 prostitutas/brujas cada vez que aparecen.
- el intento de suicidio de Beatriz (hacía siglos que una escena no me provocaba carcajada).
- la pelea entre las prostitutas, que resulta terrorífica.
-  justo a continuación, la transición al plano de Beatriz, en medio de esa violencia que ya sólo oímos, enloquecida de deseo, soñando que besa/muerde/come a su amante.
- Andara entrando por la ventana en visita nocturna a la habitación de Nazarín, que, por un momento, parece que la espera.
- Andara al despertar, bebiendo agua ensangrentada.
- el encuentro por el camino con los poderosos.

La historia de Nazarín me recuerda a la de Justine de Sade (los infortunios de la virtud), pero no hay nada más que distraiga del origen de lo que visualmente se impone y subyuga inmediatamente. Goya, Velazquez, Cervantes, pobreza, miseria, religión ciega, ignorancia, soberbia de clase, violencia inutil, rabia, ausencia de esperanza, injusticia, hambre, sangre, fuego, deseo ciego, urgencia, ferocidad. Pasión (también en sentido bíblico). Retratada con más pasión, que es valor: el que filma no teme, ningún extremo. Como un dios violento, su fuerza se explaya en lo grotesco, lo teatral, la risa, pero su generosidad sobrehumana también es sensible a la belleza más quieta, desnuda y frágil.

Buñuel consigue que uno se sienta orgulloso de lo que puede llegar a producir la tradición y el caracter español... al menos durante un rato.

[Nota: 5]