lunes, 15 de junio de 2015

Un Homme Qui Dort (1974) Bernard Queysanne y Georges Perec

Una mujer que duerme (a la manera de Pérec)

- El texto te parece magnífico (ya te encantó "La vida: instrucciones de uso") y se basta a sí mismo. Permanece fresco aunque los tiempos hayan cambiado mucho... a peor. Es gracioso: bastaría sustituir por el Call of Duty de los chicos o el Candy Crush de las marujas, las máquinas de Pinball y el pequeño rompecabezas con el que pierde su tiempo el hombre que duerme (bueno, tú haces canciones absurdas, piensas); bastaría añadir a las escenas wasaps o emails que sólo han hecho que aumentar, paradójicamente, la soledad (¿de verdad alguien piensa todavía que eso es medio de comunicarle a un ser humano algo más que la lista de la compra?) Encuentras que el tema tiene muchos puntos en común con "Persona" de Bergman (Elisabet Vogler es otra mujer que duerme), pero aquí el protagonista te resulta absolutamente insípido: demasiado mono para hacer de inexpresivo... o demasiado inexpresivo a pesar de ser tan mono. No sabrías valorar ahora mismo la película. El texto, sí: alguien tenía que decir lo que dice, aunque temes que aún dice poco... El hombre que duerme no acierta a saber lo que le provoca retiro del mundo. Pero tú sí. No sólo es el cansino inventario del hastío de la vida en la ciudad, rodeado de "monstruos", lo que te lleva a abandonar la partida (al fin y al cabo ya sabemos cómo acaba), aprender a no existir, a desprenderse hasta la indiferencia, no es miedo, ni odio a los hombres, ni rebelión, ni huelga, ni siquiera decepción de la vida, ni siquiera pereza, no es un dejarse ir. Es un rechazo en toda regla, una dimisión. Es que cuando no se puede decir,  -Pérec lo deja bien claro- llega la pérdida irremisible de la palabra. "Querer dormir", sólo es el signo de una imposibilidad: la de hacerte oír, la de sentir que tu voz es escuchada. Y renuncias a hablar, a abrir la boca para decir la pena y la desesperación, a levantarte por la mañana, porque resulte imposible decir, de todos modos, lo que te pasa, inútil, si nadie escucha: condenas de silencio, la forma más terrible de tortura para un ser humano, el único animal que tiene el logos y el corazón viviendo en la boca. Acabas estando tan cansado de intentar que alguien te entienda que prefieres callarte, no sea que acabes, como estás acabando, matando lo que era natural en ti, acostumbrándote a ser quien no eres. Al fin y al cabo, siempre jugaste solo: dejas de mirar afuera y cierras de una vez la cancela del jardín...
- ¡Basta! ¡Deja de hablar como una mujer que sueña! " Puedes encerrarte en ti misma, aislarte. Pero, ¿ves? La realidad es atravesada, tu escondite no es hermético. La vida se cuela por todas partes. Estás obligada a reaccionar"
- Lo sabes, lo haces, te sobran fuerzas, no temes nada, no te escondes. Lo malo es que ya te envenenaste de melancolía, y va creciendo en ti el don maldito de anticipar lo que vendrá.





"Un hombre que duerme" (extractos)

"Algo se ha roto. Ya no te sientes sostenido: algo que hasta ahora te había reconfortado, te daba calor al corazón, el sentimiento de tu existencia, la impresión de adherir, de estar inmerso en el mundo, empieza a faltarte. Tu pasado, tu presente, tu porvenir, se confunden.(...) no quieres más que durar, no quieres más que la espera y el olvido(...)No rechazas nada, no rehúsas nada. Has dejado de avanzar, pero el hecho es que no avanzabas, no sigues adelante, has llegado, no ves para qué tendrías que ir más lejos: bastó, casi bastó,(...) imágenes en filigrana de esta verdad revelada, de esta dimisión suspendida durante tanto tiempo, de esta exhortación a la calma,(...)Te sumerges en el sueño. Tu habitación es el centro del mundo.Tu habitación es la más bella de las islas desiertas, (...)No necesitas nada más que esa calma, ese silencio, ese sopor. que sólo el subir y bajar de tu caja torácica, siga dando fe de tu paciente supervivencia. No desear ya nada.(...)Se presentará ante ti, con el paso del tiempo, una vida inmóvil, sin aspereza, sin desequilibrio. Día tras día, estación tras estación, va a comenzar algo que nunca tendrá fin: tu vida vegetal, tu vida anulada.(...)Estás solo, y porque estás solo ya no tienes que mirar la hora.(...)Dejas que el tiempo, al pasar, borre la memoria de los rostros, de las direcciones, de los teléfonos, de las sonrisas, de las voces. Olvidas que has aprendido a olvidar, que te forzaste, un día, al olvido.(...)vocación de viejo (...)Eres invisible, límpido, transparente. No existes ya: sucesión de horas, sucesión de días, el paso de las estaciones, el transcurrir del tiempo, tú sobrevives, sin alegría ni tristeza, sin futuro y sin pasado,(...)Ya sólo pronuncias las palabras necesarias.(...)No tienes sueño. No tienes hambre.(...)La indiferencia no tiene principio ni fin: es un estado inmutable que nada podría quebrantar. La indiferencia disuelve el mensaje, confunde los signos. Eres paciente, y no esperas, eres libre y no escoges, estás disponible y nada te moviliza. Oyes sin escuchar, ves sin tener que mirar:(...)Ahora eres el dueño anónimo del mundo, aquel sobre el cual la historia ya no tiene poder,(...)No puedes entablar diálogo, no puedes hacerle decir lo que no sabe decirte. Por más que te aprietas contra él, que jadeas, el tilt permanece insensible a la amistad que sientes, al amor que buscas, al deseo que te desgarra.(...)Vas solo y a la deriva(...)No es que el infortunio se haya precipitado sobre ti, si no que se ha ido insinuando casi suavemente. Minuciosamente ha impregnado tu vida, tus gestos, tus horas, tu habitación,(...)Hombre sin memoria, sin pavor. Pero no hay salida, no hay milagro, ni verdad alguna.(...)No tienes más recursos que tus refugios baratos, tu paciencia imbécil,(...)Sólo existe la soledad que siempre acabas encontrando ante ti.(...)Dejaste de hablar y sólo el silencio te ha respondido. Pero esas palabras, esos miles, esos millones de palabras que se han atascado en tu garganta, las palabras sin orden, los gritos de alegría, las palabras de amor, las risas idiotas, ¿cuándo las recuperarás?(...)Ahora vives en el terror del silencio. Pero ¿no eres tú el más silencioso de todos? Los monstruos han entrado en tu vida,(...)

Esperas a que todo se derrumbe:(...)No estás muerto y no eres más sabio.(...)No has aprendido nada, excepto que la soledad no enseña nada, que la indiferencia no enseña nada: estabas solo... y querías que entre el mundo y tú se cortaran los puentes para siempre.(...)Pero no ha ocurrido nada: ningún milagro, ninguna explosión. Cada día transcurrido no ha hecho más que erosionar tu paciencia. Hubiera sido necesario que el tiempo se parara por completo, pero nadie es lo bastante fuerte como para luchar contra el tiempo. Pudiste hacer trampa, ganar migajas, segundos:(...)Quizá podrías continuar mintiéndote durante mucho tiempo, embruteciéndote. Pero el juego ha terminado, El mundo no se ha movido y tú no has cambiado. La indiferencia no te ha vuelto diferente. No te has muerto. No te has vuelto loco. Ninguna maldición pesa sobre tus espaldas. No te espera ninguna prueba, El tiempo, que se ocupa de todo, ha dado con la solución a pesar tuyo. El tiempo, que conoce la respuesta, ha seguido pasando. En un día como éste, un poco después, o un poco antes, todo vuelve a empezar, todo empieza, todo continúa. Deja de hablar como un hombre que sueña."