sábado, 10 de octubre de 2015

The station agent ("Vías cruzadas") (2003) Thomas McCarthy

Magníficos actores para una historia muy simple sobre personas solas (no importa si son enanos escépticos, pelirrojas con el corazón roto, latinos sonados o niñas negras con sobrepeso), sobre intercambios de amor (esa palabra que parece grave y despierta tantas suspicacias y que sin embargo se manifiesta en cosas sencillas como el desprendimiento, los cuidados, el interés, la atención). Afectos que no obedecen al modelo monógamo del amor romántico (que, por supuesto, tiene que darse entre gente físicamente "bella") bajo el que el sistema encarrila y ordena a los individuos y sus relaciones, y juzga y sentencia su éxito en la vida (también sentimental) o su felicidad en función de su grado de integración en la norma. De cómo otros modelos de amor y de familia son posibles y algunos más sólidos en el tiempo que los convencionales. De cómo la amistad puede dejar de ser una palabra manoseada y hueca, para adquirir la categoría de verdadera cuando los simples hechos la demuestran sin necesitar nombrarla (no es esta una película de grandes declaraciones ni diálogos, sino de afectos silenciosos que sin embargo se manifiestan físicamente presentes, porque intuyen, aunque no sean requeridos, cuándo son más necesarios).