Y conduce "directo al peor lugar de la tierra" para él porque asumir la propia conciencia con coraje implicará ineludiblemente la responsabilidad de los actos; porque su razonamiento es casi aritmético, y empuja su voluntad en la única dirección posible: la VERDAD, y así, hacer lo correcto.
"No importa cuál sea el problema es
posible resolverlo. Es posible encerrarlo en un círculo y buscar la
forma de resolverlo, SIN HUIR de él. Tomas las cosas con tus propias manos
y empujas hasta que se enderezan (...) En la vida hay que "ser SÓLIDO", repite Locke.
Aunque echo de menos bastante más enjundia en los diálogos (el formato y el conflicto moral daban para un Shakespeare y sin embargo, a mi juicio, a menudo el texto discurre muy "por debajo de sus posibilidades"), Locke me parece todo un ejemplo para cineastas sin medios y una fábula bellísima, desnuda y poética, que al final del visionado nos envuelve de nostalgia, la del recuerdo de lo que puede ser un hombre de Verdad.
Para encarnarlo, Tom Hardy, extraordinariamente contenido, pone la carne... la trémula y la sólida. Y nada resulta más sexy que un hombre decente.