sábado, 1 de febrero de 2014

El arca rusa (2002) Alexandr Sokurov

Si tiene algún sentido hablar de cine "puro", porque resultara, eso de la pureza -cosa que no tengo muy definida-, una virtud, un objetivo de excelencia a perseguir -cosa que tampoco tengo clara-, esta peli sería un ejemplo perfecto. Aunque sólo fuera por el experimento extremo resuelto con una fluidez tal que consigue hacer imperceptible el asombroso alarde técnico que debe suponer conseguir coreografiar semejante plano secuencia que es ¡toda la peli… Oh!
 
No sólo por eso, es de las que más he disfrutado últimamente. Un museo vacío es un espacio ya cargado de significado y doblemente para mí. Deseaba volverla a ver al terminar: seguir paseando a solas, oyendo sólo los propios pasos, y el crujir de las maderas, oyendo sólo silencio, oliendo el aroma a óleo viejo de las pinturas. Solo, aunque haya más gente. Porque no pueden verte: eres un fantasma. Un fantasma de viaje, en un sueño hipnótico materializado mediante un control apabullante del tempo, la luz, el aire, la narración susurrante de la cámara/el protagonista, los silencios, la música contenida, las escenas sin casi personajes y las escenas en que se multiplican. Pasmoso, cómo están rodados el baile y luego el descenso de la multitud por las escaleras: planos tan cargadisísimos de personajes que sin embargo la cámara recoge con tanta sencillez, con tanta "humildad". Plásticamente DESLUMBRANTE. 




Me gustó tanto que quise más Sokurov y escogí al azar y por el título -me gusta ese dios- la película siguiente...