- Porque Adam Sandler (un actor que me resultaba cargante) borda el papel de un neurótico inadaptado y frágil:
- Porque la cámara es otro personaje y subraya todo el tiempo su extrañeza, su soledad.
- Por el par de choques de coches, totalmente injustificados, intempestivos, como en la vida real.
- Por esos intermedios de imágenes abstractas y multicolores ¿Por qué no habría de permitirse eso y más el cine?.
- Porque Jon Brion -La sorpresa- compone una banda sonora preciooosa, la mejorque he oído en mucho tiempo, utilizada de una forma asombrosamente inteligente y expresiva (me dejan boquiabierta las escenas en las que la percusión se entreteje con los diálogos).
- Por esa escena adicional (que lamentablemente sólo incluye el DVD) en la que Phil Seymour Hoffmann promociona su tienda de muebles y colchones... (desde el intento de suicidio de Beatriz en Nazarín, no había vuelto a soltar carcajadas).
Porque el significado está maravillosamente ilustrado, es decir, de la forma más adecuada a lo que se nos intenta contar: la soledad se retrata con posición de cámara, distancias; la extrañeza con imágenes, colores, trajes extraños, coches volando por los aires, ofertas estrafalarias en el supermercado; el nerviosismo, la irritación, la urgencia, o el estrés, pero también la embriaguez del amor o la tristeza de la soledad con música primorosamente ajustada y colores. Cuando ambas cosas (lo que se dice y cómo se dice) consiguen acoplarse tan bien, se produce literalmente el prodigio, el fenómeno: se crea algo que, siendo ficción (y aunque sea la ficción más surrealista), sin embargo (a)parece, sentimos, se hace, es, aunque sólo sea un momento, en ese momento, verdadero.
4****
