Aquí hay varias películas en una. Diálogos inteligentes y escenas como siempre visualmente asombrosas pero en mucho metraje poco ligado que me sobra (por momentos, parece que T se empeñe en meter todo lo rodado, como en esa escena fabulosa de la batalla, por ejemplo). No la encuentro compacta y cerrada, como La infancia de Iván. Y el pintor Rublev es un sinsustancia... Sin embargo, el episodio final de Boris el campanero lo compensa todo y un niño consigue de nuevo emocionarme con su intensidad.