domingo, 1 de febrero de 2015

Force Majeure (2014) Ruben Östlund

Toda una experiencia, casi física… esta vez sí, visualmente memorable, intensa, refrescantemente contemporánea, distinta. De atmósfera espesa e inquietante como el mejor thriller, todos los sentidos se alertan gracias al uso y contención de los silencios, los tiempos, el encuadre, el vértigo del paisaje; la montaña, la nieve, el aire, la niebla, el color son percibidos como amenaza de tragedia. Sin embargo, además de sabrosa resulta estéticamente sencilla, desnuda, es decir, radical. Una peli de conflictos morales, expuestos con sensibilidad, sutileza e inteligencia (mediante una cámara que compone planos con muchísimo gusto y limpieza, y filma con respeto, distancia, calma), de héroes y anti-héroes, de humanos, de instintos (el de ser madre, que implica un peso abrumador y desquiciante; el de supervivencia, que nos obliga de un tortazo inesperado a aceptar la realidad de lo frágil e insignificante de nuestra condición humana, pese a la soberbia y la vanidad que nos pese; el del deseo, que se impone sobre la voluntad), de indulgencia, severidad y fragilidad. Que no juzga, sino que nos obliga a compadecer-nos, a comprender-nos, a razonar-nos, que es relativizar-nos, a disfrutar con humor de lo que se deje (maravilloso personaje el del "vikingo" Matt), y nos obliga a perdonar-nos, a aceptar-nos, querer-nos, a seguir caminando.

Entre las películas contemporáneas vistas últimamente, la valoro al máximo (5), y me empuja a inaugurar la ruptura de la única dicotomía, por el momento, que ordenaba/congelaba mis etiquetas/categorías aquí, y así, mi percepción. Sólo por eso, ya me resultaría extraordinariamente nutritiva.